Citas de Temblor, Maggie Stiefvater
La dulzura del verano en su piel, la cadencia casi familiar de su voz, la sensación de sus caricias. Todo mi cuerpo cantaba con el solo recuerdo de su proximidad.
Volví a posar mis labios en los suyos, pero esta vez el beso fue muy distinto. Fue un beso que valía por seis años, un larguísimo instante en el que sus labios cobraron vida bajo los míos y saboreé en ellos la naranja y el deseo.
Y entonces la besé. Mis labios rozaron los suyos en una caricia suave, controlada. Incluso en aquel momento, no puede evitar analizar la situación, preguntarme cómo reaccionaria Grace y qué pensaría de mí, maravillarme ante el temblor que me había tensado la piel, contar que pasaban desde que nuestros labios se tocaron hasta que ella abrió los ojos.
Sus labios tenían un sabor fresco y punzante a menta y a invierno, pero el tacto de sus manos en mi nuca contenía una promesa de días largos, de veranos, de tiempo. Estaba mareada, como si algo me robara el oxígeno en cuanto entraba en mi cuerpo. Sam se apoyó en el respaldo, me atrajo hacia el cálido hueco que formaba su cuerpo y me besó una y otra vez, delicadamente, como si mis labios fueran flores y no quisiera magullar sus pétalos.